Teresita Saguí, docente, escritora, directora de La Aldaba Ediciones, mujer con muchos conocimientos, académicos y no académicos, mujer nacida en San Luis y radicada en Mendoza, poseedora de una lengua poética clara y sencilla que todas las gentes pueden apreciar; en sus escritos las palabras mutan, fluyen, se juntan y se separan en puro movimiento. Teresita juega con las palabras desde que era niña, las mezcla tornando sucesos cotidianos en aconteceres mágicos, con la mirada de quien dice las cosas más allá del nombre que tienen, llegando a los sentires más profundos de sus lectores. Y por su maestría en la elaboración de obras literarias ha recibido importantes reconocimientos como el ser distinguida con la “Faja de Honor” de la Sociedad Argentina de Escritores, la “Pluma de Plata” del PEN Club Internacional y el “Premio Escenario a la Trayectoria en Letras” otorgado por el Diario UNO. Pero creo que el mayor reconocimiento es el del público que lee sus obras, niños y adultos que disfrutamos de sus cuentos y nos deleitamos con la música de sus palabras. 
Teresita Saguí el día 24 de septiembre volvió a la Universidad Nacional de San Luis para traer de regalo su última novela: La recolectora de almejas, la Profesora Zulma Fernandez fue la encargada de presentarla al público presente.   
Teresita es de esas escritoras que desempolvan la memoria… porque La memoria habita donde puede, como bien lo destaca esta autora en su obra homónima, y ante una sucesión de bellas palabras simbólicas la memoria  sale a la luz para recordarnos quiénes somos, de dónde venimos, para qué estamos…
Cuando yo era niña, solíamos ir con mis padres a la costa Atlántica a visitar a mis abuelos. Mi abuela, munida de baldes y palitas, nos llevaba a mis hermanos y a mí a la playa a recoger almejas. Nos enseñó que para encontrarlas había que escarbar en los pequeños orificios que veíamos en la arena mojada…una, dos, tres paladas de arena extraídas con suavidad y el tesoro aparecía envuelto en dos caparazones cerrados herméticamente. “Si las dejan unos minutos sobre la arena mojada, verán que de entre las valvas  sale una lengüita que comenzará a escarbar en la arena hasta sumergirse completamente”, nos hizo observar la abuela. 
Buscar almejas, hecho cotidiano para mí y para tantas otras personas, mágicamente se convierte en fundamental para Beatriz Ergueta, la protagonista de esta intrincada historia entre amores, vocaciones y asesinatos. Una historia que no muestra fisuras por las que podamos infiltrarnos y conocer el final, antes del final. Una serie de asesinatos, una periodista de investigaciones, una amiga policía, y éste relato que mantiene el vilo hasta la última página. La recolectora de almejas invita a esa “lectura arrastrada hacia adelante”, parafraseando a Barthes, una lectura que atrapa al que lee y le despierta diversos sentimientos. En lo particular, hurgó en mi memoria y noté cómo la persona se incorpora al personaje sin equívocos, tal como lo expresa Teresita en un pasaje de esta novela.
La recolectora de almejas está compuesta de 30 capítulos cortos lo cual agiliza su lectura y no permite que nos quedemos dormidos, porque los sobresaltos nos empujan hacia el final para saber quién mató a la estudiante universitaria Sofía Márquez, y lo más sorprendente, por qué la mataron…